Si no quieres vivir en tus carnes la dura y angustiosa jornada de búsqueda de su bicicleta de Antonio Ricci en Ladri di biciclette, ya puedes ir tomando buena nota de lo que sigue.
Con la proliferación de bicicletas y la normalización de su uso urbano, la triste realidad es que los robos de bicis son ya algo cotidiano. Ya en 2010 las encuestas apuntaban que al menos un 15% de ciclistas urbanos había sufrido un robo alguna vez. Y ese es un freno declarado para usar la bicicleta cada día: por ejemplo, muchos ciclistas ‘deportivos’ que solo tienen una bicicleta de gama alta y no quieren correr riesgos innecesarios, declaran abiertamente “para que me la roben, mejor no la saco”.
Básicamente, la literatura describe tres tipos de ladrones:
- – Los sistemáticos: entran en garajes o trasteros y arramplan con toda bici a su alcance (y cualquier otra cosa de valor de paso).
- – Los ojeadores: están atentos a bicicletas que siempre se aparcan en el mismo sitio, controlan los horarios y vuelven con herramienta adecuada. Su tarea se ve favorecida cuando dejamos las bicis en lugares solitarios o poco transitados.
- – Los oportunistas: sacan buen provecho, dedicando poco esfuerzo, de los descuidados que dejan las bicicletas “un momento” sin atar porque “no la pierdo de vista”, de los cierres inseguros, o de los robos de partes sin atar o con cierres rápidos (sillín, etc.).
Estos últimos tipos de robo son los que proliferan como hongos y los más fáciles de evitar si estamos atentos a una serie de principios básicos. Nuestra lista de recomendaciones es:
1. Tener un buen cierre
Un buen cierre es el compañero inseparable de la bici y, en estos tiempos una pieza más de la máquina. El criterio de cuanto más resistente mejor parece baladí pero hemos de encontrar el balance entre peso y seguridad que se ajusta a nuestra práctica diaria. En la tercera parte del artículo, os mostraremos algunas opciones muy recomendables.
2. Tu bicicleta es parte de tu vida, no un objeto vergonzante, sucio o feo
Súbela a casa, a la oficina, métela dentro del bar, entra con ella a la tienda donde compras. No se trata de molestar (y todos tenemos más vergüenza que sentido común) pero podemos pedir esa pequeña deferencia… y a los conductores siempre podemos hacerles ver que usamos la bici para dejarles a ellos el aparcamiento libre.
3. Escoger bien el lugar donde la dejas
Escoge siempre lugares transitados donde la “vigilancia social” hace el papel de tus propios ojos. Los callejones apartados, los portales abiertos y oscuros facilitan la labor de oportunistas y ojeadores.
4. Atarla bien SIEMPRE
Átala siempre a un punto fijo (farola, aparcabicis, etc.) y cuantas más partes queden unidas al instrumento de cierre, mejor. En el grafismo puedes ver las mejores formas de atar la bici. 
Ten en cuenta:
- – Aunque sea para un minuto, átala. Y asegurate de que la dejas bien antes de irte.
- – El punto fijo debe estar firmemente anclado al cierre, resistente y que no se pueda desmontar. Si es un árbol, escógelo ‘crecidito’ que llegan incluso a arrancarlos.
- – Procura que el cierre no apoye en el suelo para evitar que lo rompan más fácil y discretamente.
- – Retira luces, cuentakilómetros, etc. Y no olvides el sillín.
- – No dejarla en la calle por la noche, jamás.
 
						
				
